viernes, 17 de julio de 2015

MITOS Y LEYENDAS DE MI REGIÓN







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LEYENDA: KASHACUSMÁN Y LA  BELLA RAYHUANA

Arriba, en uno de los cerros de Patón, se encuentra una enorme piedra en forma de hombre, como si estuviera mirando hacia las aguas verdosas de la laguna de Patón. Ahí está hace cien años, mirando y mirando  las verdosas aguas de la  laguna; cuando crece con las lluvias, cuando baja en el verano, cuando brilla con el sol y cuando se ennegrece en las noches.  
Hace mucho tiempo, esa piedra era un humilde pastor, dueño de una mano de alpacas y una choza de palos de quinuales cubierta con ichu. Vivía apartado del pueblo luego que  su esposa muriera de una enfermedad desconocida. Era callado, triste y solitario; sólo iba al pueblo una vez por mes a cambiar su carne, queso y papa  con  sal y azúcar que ahí vendían.
Un día, al regresar del pueblo, notó su casa muy ordenada, sus ropas más limpias que nunca, en los alrededores ni un desperdicio, y en la olla de barro una exquisita sopa de trigo con charqui. Sorprendido se dijo: “¿Quién hizo todo esto?” Y su respuesta fue el silencio. Muy pronto se olvidó de este hecho; pero al mes siguiente ocurrió lo mismo, y lo mismo en los otros meses.
Un día quiso saber quién hacía todo eso. Entonces fingió ir al pueblo, como siempre; pero volteando la quebrada se escondió tras una piedra grande. Desde ahí miraba de rato en rato. Así pasaron varias horas. Cuando ya se disponía ir al pueblo, cansado de no ver al misterioso personaje, vio sorprendido que una hermosa mujer salía de las aguas de la laguna de Patón. En absoluto silencio miraba cómo aquella hermosa mujer limpiaba el patio, lavaba la ropa y preparaba la comida. Entonces empezó a caminar lentamente hacia su choza, con mucho cuidado, sin que ella se diera cuenta;  por ratos se escondía tras las piedras, por ratos saltaba en puntillas, para no hacer ruido, como el zorro de las punas. De pronto abrió la puerta; y la mujer sorprendida y enmudecida se quedó como una estatua, mirándolo.
- ¿Qué hace una mujer tan hermosa en mi choza? – dijo el humilde pastor. -
Quiero devolverte la felicidad, buen hombre; admiro tu nobleza y tu bondad. Si tú deseas puedo ser tu esposa – contestó ella con delicadeza.
- Bella mujer, no tengo riquezas que ofrecerte ¿Cómo te puedes fijar en mí? – volvió a  preguntar. 
 - Para mí, la mayor riqueza es tu bondad y tu nobleza. Si tú quisieras, podemos vivir felices aquí. La única condición es que guardes por siempre este secreto; nadie debe saber que vivo aquí, contigo -  respondió ella.
El noble pastor aceptó la condición, creyendo y no creyendo lo que veía, creyendo y no creyendo lo que escuchaba. A partir de ese día volvió la felicidad a su rostro, sus animales aumentaron, tuvo que contratar  otros pastores y mandó edificar una gran casa. En poco tiempo se convirtió en un hombre distinguido y admirado en el pueblo. Pero esto no duró mucho tiempo.
Un día, cuando bajó al pueblo de Oyón, que está a unas diez leguas desde su estancia, se encontró con unos amigos  con quienes bebió en exceso. Muy emocionado empezó a contar, sin que nadie le preguntara, que tenía a la mujer  más hermosa del mundo como esposa, y que ella era la causa de su fortuna.
- Ya pues Kashacusmán, no seas tacaño, comparte con los pobres – Dijo uno de ellos entre broma y broma.
- ¡Una ronda de calentado para todos, doña Gloria! – ordenó con voz enérgica, haciéndose escuchar por todos los presentes.
- ¡Bravo! ¡Viva Kashacusmán! ¡Viva el nuevo patrón! – coreaban los presentes, levantando el espíritu de Kashacusmán.
Así estuvieron durante buen rato. Luego, poco a poco se fueron y dejaron casi vacío la chingana, hasta que la dueña, doña Gloria, le dijo “Ya, señor, ya es tarde, vaya a su casa”. En ese instante se le fue toda la borrachera al noble Kashacusmán y  la tristeza volvió a su rostro.
El pobre pastor, consciente de su falta, salió del pueblo; caminó  y caminó hacia la puna. Cuando llegó a su casa, ella lo estaba esperando, muy enojada.
- ¿Cómo has faltado a nuestro secreto? ¿Por qué lo hiciste noble Kashacusmán? – replicaba ella  sollozando.
-  ¡Perdóname, Rayhuana! ¡Perdóname por favor! – suplicaba él. Sin esperar más, la bella Rayhuana volvió a brillar, como la primera vez que la vio, se elevó un poco y se encaminó hacia la laguna. En un dos por tres desapareció en las profundidades de la laguna.
El noble Kashacusmán descuidó por completo su rebaño. Permanecía sentado a la orilla de la laguna, llorando y llamando ¡Rayhuanaaaa! ¡Rayhuanaaaa!
La gente que pasaba por ahí pensaban que Kashacusmán se había vuelto loco; algunos niños le tiraban piedras, hasta los perros le ladraban sin ningún por qué.
En poco tiempo se acabó su ganado; como no pagaba a sus trabajadores, ellos se apropiaron de sus casa y de sus cosas  dejándole solamente una mano de alpacas, como al principio. Y él seguía esperando que su felicidad salga de la laguna.
Una tarde, el cansancio venció al noble Kashacusmán, quien se quedó profundamente dormido. En su sueño se le apareció la bella Rayhuana. Él, emocionado, corrió hacia ella sin poder alcanzarla. Ella también corría al encuentro de Kashacusmán, pero no se podían alcanzar ni el uno ni el otro. Entonces ella, llorando le dijo que no era posible volverse a unir; que los dioses no lo permitían, porque él había incumplido el acuerdo; pero que podían estar juntos para siempre, si él  se dirigía hacia lo alto del cerro y desde ahí   observara todo lo ancho de la laguna.  Y así como se apareció, la bella Rayhuana desapareció de su sueño, dejando al buen Kashacusmán llamándola a gritos “Rayhuanaaaa, Rayhuanaaaaa”.
Cuando despertó, aún tenía los ojos humedecidos. Se levantó, caminó hacia la laguna y empezó a recorrer la orilla. Ese día Kashacusmán vio el agua más cristalina que nunca; por ratos parecía ver el hermoso rostro de Rayhuana; por ratos los colores jugaban en el agua. Entonces Kashacusmán comprendió el mensaje de su sueño; llenó sus cosas en una talega y subió a lo alto del cerro. Desde ahí pudo observar todo lo largo y todo lo ancho de la laguna. Y ahí se quedó durante mucho tiempo, esperando que la bella Rayhuana salga de esa laguna.
Kashacusmán no se cansaba de esperar. No se rendía, a pesar que el sol  le quemaba el rostro, a pesar que frío le helaba hasta la punta de los dedos de sus pies, a pesar que el viento le secaba los labios, partiéndolos. Y seguía mirando, con sus ojos fijos, todo el ancho de la laguna.  Así seguía estando hasta que un día se quedó convertido en piedra, inmóvil, en forma de hombre.  
Desde ese día, el noble Kashacusmán contempla sin descanso la hermosa laguna de Patón, donde las aguas reflejan variados colores, donde la hermosa Rayhuana  siente la mirada sincera de su amado Kashacusmán



Mito Huachano: Misterios del Cerro Centinela
HUAURA.- Un día un joven que fue a regar su chacra se encontraba a orillas del Cerro Centinela (Huaura). Cumplida la tarea, se recostó poniendo de cabecera unas cañas, y se quedó profundamente dormido. Entre sueños, sintió que alguien le jalaba las manos lo que motivo que se despertara asustado y comenzó a caminar por las orillas de dicho cerro, preocupado. Después se sentó sobre una piedra y observó que al pie del cerro había un huequerón que daba a una pequeña cueva de donde salieron dos hermosos conejitos blancos con ojos brillantes que jugaban saltando incesantemente.

El joven se acercó sigilosamente hacia los conejitos y los atrapó cogiéndolo con gran satisfacción y al poco rato estos se convirtieron en oro, que brillaban, resplandeciendo el lugar donde se encontraba. El comenzó a saltar de alegría y echó el oro en su bolso para llevárselo a su casa. Camino a su domicilio comenzó a sentir como una especie de terciana, el bolso pesaba fuera de lo normal, le dolía la cabeza y le salía gotas de sangre de la nariz hasta convertirse en hemorragia y lo curioso del caso es que el oro desapareció. Ya eran las cinco de la mañana, hora de cambio de turno de agua. El señor al que le tocaba su turno de agua vio al joven tirado en el suelo todo ensangrentado. Lo trasladó con mucha prisa a su casa, como el estado de salud era grave, murió apenas llegó a su domicilio. A decir de la gente el antimonio lo mató. Las personas actualmente, tienen temor pasar por ese lugar.




Cuenta la leyenda que existía una pequeña laguna llamada Shurtunan, que con el transcurso de los años se fue secando sus aguas. Las pequeñas tribus que existían en las alturas comandadas por su jefe Sharuco, de Huancas Racao, Huancas , Patacoto, Sequia Cocha y Machiqui, decidieron hacer secar las aguas de aquella laguna, escurriendo al río con pequeños canales.

Estas tribus de Machiqui y Huancas Racao se comunicaban por medio de sonidos que ellos emitían por dos cerros, luego bajaban hacia las chacras para trabajarlas, de aquella laguna a medida que se secaba brotaba sonidos onomatopéyicos (gor-gor-gor) y de allí se deduce el nombre de Gorgor.
Las tribus mencionadas se organizan y forman sus chozas en los alrededores. Se da orígen asi a dos barrios, Cutahuay (cuta - rincón, huay - casa) y Cochachacra (cocha - laguna, manantial) y un morro al lado Oeste llamado Gurgurjirka (Girca - espiritu). Aquí hay evidencia de una población pre - inca, donde han existido entierros.
Se dice que en aquel morro en cada luna llena se veía cosas extrañas como un hombre que pedía algo y la gente al otro día llevaba hojas de coca para el jirca. Posteriormente llegan dos españoles y hacen los trazos de las calles formándose el pueblo con sus riquezas naturales.
Relatora: Rosa Villareal Montesinos







 Leyenda  EL SOMBRERON

Cuenta la gente de Barranca Grande, específicamente los ancianos de la comunidad, de que por las noches dentro de las 11 de la noche, a las 2 de la mañana un sujeto conocido como “el Sombreron” se aparecía ante las personas que estaban en las calles o cualquier otro lugar, cuando este sujeto iba a aparecerse, primero se mostraba un perro demasiado grande para ser normal, el animal era de color negro muy oscuro y de ojos rojos, pero de pronto aparecía el sombreron el cual era un hombre pequeño y su altura estaba dentro de 40 a 60cm; cuando las personas lo veían se quedaban como paralizados, los ancianos y la población asegura de que los pesa (acción de inmovilizar a un humano)a las personas para llevarlas o robarles la vida ahí; pero cuando eran más de 3 personas estos tenían más movilidad, pero el miedo era aterrador el tener en frente a un ser totalmente extra normal, aunque para los borrachos solo se trataba de una burla y se reían de el sombreron. Según cuentan algunas personas cuando caminaba el sombreron se escuchaba como el sonido de unos casquillos de venado, es decir sonaba como una persona grandísima con botas de cuero como marchando, su presencia era y es casi imposible de evadirlo.




Cierto día, Ma´tila, pensaba en la manera de hacer trabajar al menor de sus hijos y el mas holgazán.
André anda a la huerta y trae hojas de plátano
Renegando fue y trajo el encargo.
André anda a la huerta y trae totora.
Esta vez el negrito no quiso ir.
Ma´tila se puso como una fiera, cogió de las bembas aquel gandul y lo sentó junto al fogón, a vigilar el maíz que hervía en una olla enorme.
Una hora después…
Sacaron la olla del fogón, botaron el agua y el maíz sancochado dejaron enfriar, luego en un batan lo molieron.
Cuando el maíz estaba molino lo colocaron en una vasija, Ma´tila, roció un guiso sobre la masa y comenzó a amasarlo.
Cogió un puñado de masa y lo colocó sobre las hojas de plátano, lo envolvió y amarro con la totora, dándole la forma de un paquete.
André ayuda a tu amá…
-el negrito todo nervioso comenzó a envolver el paquete, pero la masa se le escurría por los costados…
-ta mal negó ta mal y –plac- golpe con el negro…
Ese día, André no aprendió a envolver el paquete.
-cuando el negrito salió a vender la mercadería y le preguntaban cómo se llamaba aquel envoltorio que contenía maíz molido, relleno de huevo, aceituna y carne de cerdo. El negrito acordándose del manazo en la cabeza, en tono irónico le respondía ta´mal…
Poco tiempo después al negrito se le escuchaba pregonar todas las mañanas: ta´mal… ta´mal…




MITO:  ELENA DE PUQUIO

Esta es la historia de Elena, una joven muy bella, hija de unos humildes y ancianos pastores. La joven iba a pastar a sus carneros todos los días por las alturas de Vinchos, ahí había un puquial en el que Elena siempre peinaba su larga cabellera.
Cierto día, como era de costumbre, la joven salió de su estancia a pastear sus ovejas, la oscura noche llegó, pero Elena no regresaba. Preocupados sus padres fueron en su búsqueda, pero jamás la encontraron, solo quedo de ella el peine con un poco de cabello.

Se dice que en las noches de luna llena, la joven Elena canta y se paina en las orillas de aquel manantial; de ahí el nombre de aquel manantial “Elena de puquio”.


 ACHACARI

Achacari era el dios del trabajo y de las papas, de los antiguos habitantes de Huantán. Representaba a un hombre, tallado en una piedra toscamente labrada. Según la creencia del lugar, Achakari dios tutelar del pueblo, hacía producir abundante cosecha de papas o castigaba con sequías y ambruna a los habitantes de la región. Por eso, le rendían culto y veneración, en una especie de adoratorio, construido en el barrio de Huayllacancha; pampanas de chicha, botellas de alcohol, coca, cigarrillos, flores y ceras encendidas adornaban y repletaban el adoratorio.

A la llegada de cada año nuevo, las autoridades y los ancianos del pueblo, entregaban al dios Achakari, tacllitas de madera y pequeñas lampas, especialmente construídas. Si del nuevo matrimonio de las familias del lugar, nacía un cholo o hijo varón, el padre con muestras de respeto, compraba del dios Achakari, una tacllita para su hijo; contrariamente una lampita, si del matrimonio nacía una ñata o mujercita; los padres con ceremonias especiales en presencia del ídolo de piedra, se comprometían enseñar a sus hijos que lleguen a ser hombres de trabajo y buenos agricultores. 

Durante las épocas cosecha, hombres y mujeres, ancianos y niños, colmaban el adoratorio con regalos, productos de sus chacras: papas, chorizo, maíz, ocas, habas, ollucos y duraznos.
Como cuidador de los regalos y bienes pertenecientes al dios Achakari, vivía en el mismo adoratorio, el pongo Remigio Velásquez. El viejo pongo, considerado por todos, como intérprete y viejo augur, después de ofrecer buen ancusho y entablar conversaciones en secreto con la piedra tutelar, pronosticaba al pueblo, el advenimiento de un buen o mal año.

Después de muchos años de orgiástica costumbre, arribaron a Huantán, unos misioneros Franciscanos. Su pastoral llegaba coincidió con el incendio y saqueo del adoratorio; en medio de la confusión desapareció el dios Achakari; según unos el ídolo habría sido arrojado al rio que separa los barrios de Huantán y Chica; otra versión, que los misioneros visitantes habrían llevado a un museo en Lima, de donde dicen, se escapó hacia un pueblo de Canta. El Achakari lejos de su tierra lloraba amargamente, extrañado de sus lanches.

Transcurridos los años, lejos y olvidados de los huantanenses el Achakari, se resignó a las costumbres de los habitantes de la provincia de Canta; el 3 de mayo de cada año, celebran de veneración; por eso, ahora, abundan las papas en los pueblos de Canta.






LEYENDA: LAS CAMPANAS DE CHILCA
         Tal vez, es el pueblo de Chilca donde se encuentra campanas más antiguas del Perú, por su remota existencia y religiosidad. Prueba evidente de ello, es que las torres del histórico templo Nuestra Señora de la Asunción de Chilca penden seis campana de las cuales cinco son de tamaño casi igual y una de mayores dimensiones conocida con el nombre de " Maria Angola" Podemos decir, que dos de ellas ubicadas en el pórtico que mira al mar y por su estado añoso aparentan ser las mas antiguas, y no llevan como las otras, inscripciones de los años en que fueron fundidas. En una aparecen solamente la leyenda: " JESÚS, MARÍA Y JOSE" con caracteres en alto relieve y se calcula que estas dos campanas tienen una antigüedad mas 300 años de existencia. Entre las otras cuatro campanas, situándolas en orden cronológico figuran una de ellas que lleva que inscrita en su superficie el año 1727 y la leyenda: " AVE MARIA GRACIAS PLENA DOMINUS SECUM" ; que tal vez sea la perennización del nombre del donante. La penúltima campana lleva la inscripción de 1782 y poco legible la leyenda: " LUIS CONCANA MECYA" , en el año 1788.

LEYENDA: EL CERRO HUECO
En las cercanías de la " Ruina Incawasi" , existe un pequeño pueblo denominado Paullo, aproximadamente a veinticinco kilómetros distante de la ciudad de Cañete. A poca distancia de este poblado se yergue un elevado cerro que tiene una abertura muy grande y profunda, motivo por el cual se le conoce con el nombre de " Cerro Hueco" .En este lugar hay muchas ruinas de la época de los Incas. Cuenta los habitantes del lugar, que después del terremoto de 1904 apareció en el " Cerro Hueco”, un faisán. Ocurrido el movimiento telúrico, muchas personas habían perdido a sus familiares, entre ellas, un señor que había quedado solo. Como un entrenamiento, este señor caso al faisán, y se lo llevo para tenerlo bajo su cuidado.   Cierta vez se olvido de darle de la comida, y el faisán desapareció; el señor fue en su busca y después de varios días lo volvió a encontrar, y lo criaba con mas cuidado .Después de muchos años, un día que el señor descuido al faisán, este desapareció de nuevo; y por mas que el señor lo busco, no lo volvió a encontrar; solo hallo una de sus maravillosa plumas que el pájaro le dijo en el " Cerro Hueco" . Los habitantes de este pequeño valle cree que este animal, tan hermoso, había sido mandado por Dios para que sirviera de compañía a aquel señor que había perdido a toda su familia en el terremoto.








LEYENDA: El toro huaca y el Pishtaco

Por algún tiempo Pishtaco, era un ser muy temible por que atacaba y mataba a los hombres para extraerle el aceite de sus cuerpos. Por este motivo todos trataban de 11egar a sus casas antes que les diera la noche. Una de estas oscuras noches sucedió que Eduvio, modesto campesino, que se guarecía de la copiosa lluvia en una cueva vio acercarse un robusto toro bramando, él temeroso de que lo embistiera buscó al lugar más alto para protegerse sin hacer ruido, observando como el toro se acomodaba para descansar. A las 12 de la noche se presentó el Pistacho armado de un grueso látigo y un enorme cuchillo para matar al pobre campesino, lanzó un fuerte latigazo que fue a dar en el lomo del toro, el que furioso se levantó y lo atacó hasta destrozarle. Pasada la noche el animal, que solo se presentaba en luna llena, salió de su refugio y se alejó siempre bramando. El asustado campesino lo siguió con disimulo y aprovechando un descuido le acercó una pedrada en la cabeza, convirtiéndose al instante en monedas de oro y plata, que le permitieron vivir muchos años feliz.