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LEYENDA: KASHACUSMÁN Y LA
BELLA RAYHUANA
Arriba, en uno de los cerros de Patón, se
encuentra una enorme piedra en forma de hombre, como si estuviera mirando hacia
las aguas verdosas de la laguna de Patón. Ahí está hace cien años, mirando y
mirando las verdosas aguas de la laguna; cuando crece con las
lluvias, cuando baja en el verano, cuando brilla con el sol y cuando se
ennegrece en las noches.
Hace mucho tiempo, esa piedra era un humilde
pastor, dueño de una mano de alpacas y una choza de palos de quinuales cubierta
con ichu. Vivía apartado del pueblo luego que su esposa muriera de una
enfermedad desconocida. Era callado, triste y solitario; sólo iba al pueblo una
vez por mes a cambiar su carne, queso y papa con sal y azúcar que
ahí vendían.
Un día, al regresar del pueblo, notó su
casa muy ordenada, sus ropas más limpias que nunca, en los alrededores ni un
desperdicio, y en la olla de barro una exquisita sopa de trigo con charqui. Sorprendido
se dijo: “¿Quién hizo todo esto?” Y su respuesta fue el silencio. Muy pronto se
olvidó de este hecho; pero al mes siguiente ocurrió lo mismo, y lo mismo en los
otros meses.
Un día quiso saber quién hacía todo eso.
Entonces fingió ir al pueblo, como siempre; pero volteando la quebrada se
escondió tras una piedra grande. Desde ahí miraba de rato en rato. Así pasaron
varias horas. Cuando ya se disponía ir al pueblo, cansado de no ver al
misterioso personaje, vio sorprendido que una hermosa mujer salía de las aguas
de la laguna de Patón. En absoluto silencio miraba cómo aquella hermosa mujer
limpiaba el patio, lavaba la ropa y preparaba la comida. Entonces empezó a
caminar lentamente hacia su choza, con mucho cuidado, sin que ella se diera
cuenta; por ratos se escondía tras las piedras, por ratos saltaba en
puntillas, para no hacer ruido, como el zorro de las punas. De pronto abrió la
puerta; y la mujer sorprendida y enmudecida se quedó como una estatua,
mirándolo.
- ¿Qué hace una mujer tan hermosa en mi
choza? – dijo el humilde pastor. -
Quiero devolverte la felicidad, buen
hombre; admiro tu nobleza y tu bondad. Si tú deseas puedo ser tu esposa –
contestó ella con delicadeza.
- Bella mujer, no tengo riquezas que
ofrecerte ¿Cómo te puedes fijar en mí? – volvió a preguntar.
- Para mí, la mayor riqueza es tu
bondad y tu nobleza. Si tú quisieras, podemos vivir felices aquí. La única
condición es que guardes por siempre este secreto; nadie debe saber que vivo
aquí, contigo - respondió ella.
El noble pastor aceptó la condición,
creyendo y no creyendo lo que veía, creyendo y no creyendo lo que escuchaba. A
partir de ese día volvió la felicidad a su rostro, sus animales aumentaron,
tuvo que contratar otros pastores y mandó edificar una gran casa. En poco
tiempo se convirtió en un hombre distinguido y admirado en el pueblo. Pero esto
no duró mucho tiempo.
Un día, cuando bajó al pueblo de Oyón, que
está a unas diez leguas desde su estancia, se encontró con unos amigos
con quienes bebió en exceso. Muy emocionado empezó a contar, sin que nadie le
preguntara, que tenía a la mujer más hermosa del mundo como esposa, y que
ella era la causa de su fortuna.
- Ya pues Kashacusmán, no seas tacaño,
comparte con los pobres – Dijo uno de ellos entre broma y broma.
- ¡Una ronda de calentado para todos, doña
Gloria! – ordenó con voz enérgica, haciéndose escuchar por todos los presentes.
- ¡Bravo! ¡Viva Kashacusmán! ¡Viva el
nuevo patrón! – coreaban los presentes, levantando el espíritu de Kashacusmán.
Así estuvieron durante buen rato. Luego,
poco a poco se fueron y dejaron casi vacío la chingana, hasta que la dueña,
doña Gloria, le dijo “Ya, señor, ya es tarde, vaya a su casa”. En ese instante
se le fue toda la borrachera al noble Kashacusmán y la tristeza volvió a
su rostro.
El pobre pastor, consciente de su falta,
salió del pueblo; caminó y caminó hacia la puna. Cuando llegó a su casa,
ella lo estaba esperando, muy enojada.
- ¿Cómo has faltado a nuestro secreto?
¿Por qué lo hiciste noble Kashacusmán? – replicaba ella sollozando.
- ¡Perdóname, Rayhuana! ¡Perdóname
por favor! – suplicaba él. Sin esperar más, la bella Rayhuana volvió a brillar,
como la primera vez que la vio, se elevó un poco y se encaminó hacia la laguna.
En un dos por tres desapareció en las profundidades de la laguna.
El noble Kashacusmán descuidó por completo
su rebaño. Permanecía sentado a la orilla de la laguna, llorando y llamando
¡Rayhuanaaaa! ¡Rayhuanaaaa!
La gente que pasaba por ahí pensaban que
Kashacusmán se había vuelto loco; algunos niños le tiraban piedras, hasta los
perros le ladraban sin ningún por qué.
En poco tiempo se acabó su ganado; como no
pagaba a sus trabajadores, ellos se apropiaron de sus casa y de sus cosas
dejándole solamente una mano de alpacas, como al principio. Y él seguía
esperando que su felicidad salga de la laguna.
Una tarde, el cansancio venció al noble
Kashacusmán, quien se quedó profundamente dormido. En su sueño se le apareció
la bella Rayhuana. Él, emocionado, corrió hacia ella sin poder alcanzarla. Ella
también corría al encuentro de Kashacusmán, pero no se podían alcanzar ni el
uno ni el otro. Entonces ella, llorando le dijo que no era posible volverse a
unir; que los dioses no lo permitían, porque él había incumplido el acuerdo;
pero que podían estar juntos para siempre, si él se dirigía hacia lo alto
del cerro y desde ahí observara todo lo ancho de la laguna. Y
así como se apareció, la bella Rayhuana desapareció de su sueño, dejando al
buen Kashacusmán llamándola a gritos “Rayhuanaaaa, Rayhuanaaaaa”.
Cuando despertó, aún tenía los ojos
humedecidos. Se levantó, caminó hacia la laguna y empezó a recorrer la orilla.
Ese día Kashacusmán vio el agua más cristalina que nunca; por ratos parecía ver
el hermoso rostro de Rayhuana; por ratos los colores jugaban en el agua.
Entonces Kashacusmán comprendió el mensaje de su sueño; llenó sus cosas en una
talega y subió a lo alto del cerro. Desde ahí pudo observar todo lo largo y
todo lo ancho de la laguna. Y ahí se quedó durante mucho tiempo, esperando que
la bella Rayhuana salga de esa laguna.
Kashacusmán no se cansaba de esperar. No
se rendía, a pesar que el sol le quemaba el rostro, a pesar que frío le
helaba hasta la punta de los dedos de sus pies, a pesar que el viento le secaba
los labios, partiéndolos. Y seguía mirando, con sus ojos fijos, todo el ancho
de la laguna. Así seguía estando hasta que un día se quedó convertido en
piedra, inmóvil, en forma de hombre.
Desde ese día, el noble
Kashacusmán contempla sin descanso la hermosa laguna de Patón, donde las aguas
reflejan variados colores, donde la hermosa Rayhuana siente la mirada
sincera de su amado Kashacusmán
Mito Huachano: Misterios del Cerro Centinela
HUAURA.-
Un día un joven que fue a regar su chacra se encontraba a orillas del Cerro
Centinela (Huaura). Cumplida la tarea, se recostó poniendo de cabecera unas
cañas, y se quedó profundamente dormido. Entre sueños, sintió que alguien le
jalaba las manos lo que motivo que se despertara asustado y comenzó a caminar
por las orillas de dicho cerro, preocupado. Después se sentó sobre una piedra y
observó que al pie del cerro había un huequerón que daba a una pequeña cueva de
donde salieron dos hermosos conejitos blancos con ojos brillantes que jugaban
saltando incesantemente.
El joven se acercó sigilosamente hacia los
conejitos y los atrapó cogiéndolo con gran satisfacción y al poco rato estos se
convirtieron en oro, que brillaban, resplandeciendo el lugar donde se
encontraba. El comenzó a saltar de alegría y echó el oro en su bolso para
llevárselo a su casa. Camino a su domicilio comenzó a sentir como una especie
de terciana, el bolso pesaba fuera de lo normal, le dolía la cabeza y le salía
gotas de sangre de la nariz hasta convertirse en hemorragia y lo curioso del
caso es que el oro desapareció. Ya eran las cinco de la mañana, hora de cambio
de turno de agua. El señor al que le tocaba su turno de agua vio al joven
tirado en el suelo todo ensangrentado. Lo trasladó con mucha prisa a su casa,
como el estado de salud era grave, murió apenas llegó a su domicilio. A decir
de la gente el antimonio lo mató. Las personas actualmente, tienen temor pasar
por ese lugar.
Cuenta
la leyenda que existía una pequeña laguna llamada Shurtunan, que con el
transcurso de los años se fue secando sus aguas. Las pequeñas tribus que
existían en las alturas comandadas por su jefe Sharuco, de Huancas Racao,
Huancas , Patacoto, Sequia Cocha y Machiqui, decidieron hacer secar las aguas
de aquella laguna, escurriendo al río con pequeños canales.
Estas
tribus de Machiqui y Huancas Racao se comunicaban por medio de sonidos que
ellos emitían por dos cerros, luego bajaban hacia las chacras para trabajarlas,
de aquella laguna a medida que se secaba brotaba sonidos onomatopéyicos
(gor-gor-gor) y de allí se deduce el nombre de Gorgor.
Las
tribus mencionadas se organizan y forman sus chozas en los alrededores. Se da
orígen asi a dos barrios, Cutahuay (cuta - rincón, huay - casa) y Cochachacra
(cocha - laguna, manantial) y un morro al lado Oeste llamado Gurgurjirka (Girca
- espiritu). Aquí hay evidencia de una población pre - inca, donde han existido
entierros.
Se dice que en aquel morro en cada luna llena se veía cosas
extrañas como un hombre que pedía algo y la gente al otro día llevaba hojas de
coca para el jirca. Posteriormente llegan dos españoles y hacen los trazos de
las calles formándose el pueblo con sus riquezas naturales.
Relatora: Rosa Villareal Montesinos
Relatora: Rosa Villareal Montesinos
Leyenda EL
SOMBRERON
Cuenta la gente de Barranca
Grande, específicamente los ancianos de la comunidad, de que por las noches
dentro de las 11 de la noche, a las 2 de la mañana un sujeto conocido
como “el Sombreron” se aparecía ante las personas que estaban
en las calles o cualquier otro lugar, cuando este sujeto iba a aparecerse,
primero se mostraba un perro demasiado grande para ser normal, el animal era de
color negro muy oscuro y de ojos rojos, pero de pronto aparecía el sombreron el
cual era un hombre pequeño y su altura estaba dentro de 40 a 60cm; cuando las
personas lo veían se quedaban como paralizados, los ancianos y la población
asegura de que los pesa (acción de inmovilizar a un humano)a
las personas para llevarlas o robarles la vida ahí; pero cuando eran más de 3
personas estos tenían más movilidad, pero el miedo era aterrador el tener en
frente a un ser totalmente extra normal, aunque para los borrachos solo se
trataba de una burla y se reían de el sombreron. Según cuentan algunas personas
cuando caminaba el sombreron se escuchaba como el sonido de unos casquillos de
venado, es decir sonaba como una persona grandísima con botas de cuero como
marchando, su presencia era y es casi imposible de evadirlo.
Cierto día, Ma´tila, pensaba en la manera de hacer trabajar al
menor de sus hijos y el mas holgazán.
André anda a la huerta
y trae hojas de plátano
Renegando fue y trajo
el encargo.
André anda a la huerta
y trae totora.
Esta vez el negrito no
quiso ir.
Ma´tila se puso como
una fiera, cogió de las bembas aquel gandul y lo sentó junto al fogón, a
vigilar el maíz que hervía en una olla enorme.
Una hora después…
Sacaron la olla del
fogón, botaron el agua y el maíz sancochado dejaron enfriar, luego en un batan
lo molieron.
Cuando el maíz estaba
molino lo colocaron en una vasija, Ma´tila, roció un guiso sobre la masa y
comenzó a amasarlo.
Cogió un puñado de masa y lo colocó sobre las hojas de
plátano, lo envolvió y amarro con la totora, dándole la forma de un paquete.
André ayuda a tu amá…
-el negrito todo
nervioso comenzó a envolver el paquete, pero la masa se le escurría por los
costados…
-ta mal negó ta mal y
–plac- golpe con el negro…
Ese día, André no
aprendió a envolver el paquete.
-cuando el negrito
salió a vender la mercadería y le preguntaban cómo se llamaba aquel envoltorio
que contenía maíz molido, relleno de huevo, aceituna y carne de cerdo. El
negrito acordándose del manazo en la cabeza, en tono irónico le respondía
ta´mal…
Poco tiempo después al negrito se le escuchaba pregonar
todas las mañanas: ta´mal… ta´mal…
MITO: ELENA DE PUQUIO
Esta es la historia de
Elena, una joven muy bella, hija de unos humildes y ancianos pastores. La joven
iba a pastar a sus carneros todos los días por las alturas de Vinchos, ahí
había un puquial en el que Elena siempre peinaba su larga cabellera.
Cierto día, como era de
costumbre, la joven salió de su estancia a pastear sus ovejas, la oscura noche
llegó, pero Elena no regresaba. Preocupados sus padres fueron en su búsqueda,
pero jamás la encontraron, solo quedo de ella el peine con un poco de cabello.
Se dice que
en las noches de luna llena, la joven Elena canta y se paina en las orillas de
aquel manantial; de ahí el nombre de aquel manantial “Elena de puquio”.
ACHACARI
Achacari era el dios del
trabajo y de las papas, de los antiguos habitantes de Huantán. Representaba a
un hombre, tallado en una piedra toscamente labrada. Según la creencia del lugar,
Achakari dios tutelar del pueblo, hacía producir abundante cosecha de papas o
castigaba con sequías y ambruna a los habitantes de la región. Por eso, le
rendían culto y veneración, en una especie de adoratorio, construido en el
barrio de Huayllacancha; pampanas de chicha, botellas de alcohol, coca,
cigarrillos, flores y ceras encendidas adornaban y repletaban el adoratorio.
A la llegada de cada año
nuevo, las autoridades y los ancianos del pueblo, entregaban al dios Achakari,
tacllitas de madera y pequeñas lampas, especialmente construídas. Si del nuevo
matrimonio de las familias del lugar, nacía un cholo o hijo varón, el padre con
muestras de respeto, compraba del dios Achakari, una tacllita para su hijo;
contrariamente una lampita, si del matrimonio nacía una ñata o mujercita; los
padres con ceremonias especiales en presencia del ídolo de piedra, se
comprometían enseñar a sus hijos que lleguen a ser hombres de trabajo y buenos
agricultores.
Durante las épocas
cosecha, hombres y mujeres, ancianos y niños, colmaban el adoratorio con
regalos, productos de sus chacras: papas, chorizo, maíz, ocas, habas, ollucos y
duraznos.
Como cuidador de los
regalos y bienes pertenecientes al dios Achakari, vivía en el mismo adoratorio,
el pongo Remigio Velásquez. El viejo pongo, considerado por todos, como
intérprete y viejo augur, después de ofrecer buen ancusho y entablar
conversaciones en secreto con la piedra tutelar, pronosticaba al pueblo, el
advenimiento de un buen o mal año.
Después de muchos años
de orgiástica costumbre, arribaron a Huantán, unos misioneros Franciscanos. Su
pastoral llegaba coincidió con el incendio y saqueo del adoratorio; en medio de
la confusión desapareció el dios Achakari; según unos el ídolo habría sido
arrojado al rio que separa los barrios de Huantán y Chica; otra versión, que
los misioneros visitantes habrían llevado a un museo en Lima, de donde dicen,
se escapó hacia un pueblo de Canta. El Achakari lejos de su tierra lloraba
amargamente, extrañado de sus lanches.
Transcurridos
los años, lejos y olvidados de los huantanenses el Achakari, se resignó a las
costumbres de los habitantes de la provincia de Canta; el 3 de mayo de cada
año, celebran de veneración; por eso, ahora, abundan las papas en los pueblos
de Canta.
LEYENDA: LAS CAMPANAS DE
CHILCA
Tal vez, es el pueblo de
Chilca donde se encuentra campanas más antiguas del Perú, por su remota
existencia y religiosidad. Prueba evidente de ello, es que las torres del
histórico templo Nuestra Señora de la Asunción de Chilca penden seis campana de las
cuales cinco son de tamaño casi igual y una de mayores dimensiones conocida con
el nombre de " Maria Angola" Podemos decir, que dos de ellas ubicadas
en el pórtico que mira al mar y por su estado añoso aparentan ser las mas
antiguas, y no llevan como las otras, inscripciones de los años en que fueron
fundidas. En una aparecen solamente la leyenda: " JESÚS, MARÍA Y
JOSE" con caracteres en alto relieve y se calcula que estas dos campanas tienen una
antigüedad mas 300 años de existencia. Entre las otras cuatro campanas,
situándolas en orden cronológico figuran una de ellas que lleva que inscrita en
su superficie el año 1727 y la leyenda: " AVE MARIA GRACIAS PLENA DOMINUS
SECUM" ; que tal vez sea la perennización del nombre del donante. La
penúltima campana lleva la inscripción de 1782 y poco legible la leyenda:
" LUIS CONCANA MECYA" , en el año 1788.
LEYENDA: EL CERRO HUECO
En las cercanías de la
" Ruina Incawasi" , existe un pequeño pueblo denominado Paullo,
aproximadamente a veinticinco kilómetros distante de la ciudad de Cañete. A
poca distancia de este poblado se yergue un elevado cerro que tiene una
abertura muy grande y profunda, motivo por el cual se le conoce con el nombre
de " Cerro Hueco" .En este lugar hay muchas ruinas de la época de los
Incas. Cuenta los habitantes del lugar, que después del
terremoto de 1904 apareció en el " Cerro Hueco”, un faisán. Ocurrido el
movimiento telúrico, muchas personas habían perdido a sus familiares, entre
ellas, un señor que había quedado solo. Como un entrenamiento, este señor caso al faisán, y se lo llevo para tenerlo
bajo su cuidado. Cierta vez se olvido de darle de la comida, y el
faisán desapareció; el señor fue en su busca y después de varios días lo volvió
a encontrar, y lo criaba con mas cuidado .Después de muchos años, un día que el
señor descuido al faisán, este desapareció de nuevo; y por mas que el señor lo
busco, no lo volvió a encontrar; solo hallo una de sus maravillosa plumas que
el pájaro le dijo en el " Cerro Hueco" . Los habitantes de este
pequeño valle cree que este animal, tan hermoso, había sido mandado por Dios
para que sirviera de compañía a aquel señor que había perdido a toda su familia
en el terremoto.
LEYENDA: El toro huaca y el Pishtaco
Por algún tiempo Pishtaco, era un ser muy temible por que atacaba y mataba a los hombres para extraerle el aceite de sus cuerpos. Por este motivo todos trataban de 11egar a sus casas antes que les diera la noche. Una de estas oscuras noches sucedió que Eduvio, modesto campesino, que se guarecía de la copiosa lluvia en una cueva vio acercarse un robusto toro bramando, él temeroso de que lo embistiera buscó al lugar más alto para protegerse sin hacer ruido, observando como el toro se acomodaba para descansar. A las 12 de la noche se presentó el Pistacho armado de un grueso látigo y un enorme cuchillo para matar al pobre campesino, lanzó un fuerte latigazo que fue a dar en el lomo del toro, el que furioso se levantó y lo atacó hasta destrozarle. Pasada la noche el animal, que solo se presentaba en luna llena, salió de su refugio y se alejó siempre bramando. El asustado campesino lo siguió con disimulo y aprovechando un descuido le acercó una pedrada en la cabeza, convirtiéndose al instante en monedas de oro y plata, que le permitieron vivir muchos años feliz.
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